No, no soy Ulises, amarrado al mástil de un barco fantasma, resistiendo cantos de sirenas, mientras guía a su tripulación con la vana esperanza de, algún día, volver a Itaca.
No, no tengo poder alguno contra Medusa...las palabras gorgonas me petrifican, me congelan; me hacen subir la guardia, lamer mis heridas, recordar y retirarme, de nuevo, a mi refugio contra sueños.
"No te enamores de mí" has dicho, sin venir a cuento, en el justo momento en que estaba dispuesta a restañar el alma e intentarlo de nuevo. "No te enamores de mí", como sentencia, como mantra, fosilizando la esperanza en condena pétrea que acoraza el corazón y contiene el sentimiento.
"No te enamores de mí", petición vana porque, adueñándome otra vez de mi obsidiana existencia,
petrifico mis lágrimas y , ensimismada en mi guarida, el único llanto que surcará mis ojos provendrá de la lluvia otoñal que logre humedecer un rostro de mármol, convirtiéndose en carámbano cuando llegue el crudo invierno.
Por: MARÍA GUADALUPE MUNGUÍA TISCAREÑO
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pasa y tómate un café con nosotros (comentarios aquì)