VENERACIÓN
Para un ateo convencido e irreverente
condenado para siempre al descontento
de dioses y gurús, vanos derviches,
lo más cercano al cielo de fetiches
sería sentir un cuerpo hospitalario
sobre el propio monte de ritos funerarios
En comunión con los más bajos instintos
(que por bajos son, mayormente, interesantes)
abandonar reglamentos limitantes
sumergirse en recovecos tan distintos
donde los códigos se nos hagan imposibles
y los deseos, escondidos, realizables
Si las cuentas del rosario fueran besos
y de tu cuerpo los misterios escondidos
-la saliva, piel, sudores- fueran rezos
yo sería un pagano arrepentido,
con la fe solo puesta en la pasión
postrado eternamente en oración
Para un ateo convencido e irreverente
condenado para siempre al descontento
de dioses y gurús, vanos derviches,
lo más cercano al cielo de fetiches
sería sentir un cuerpo hospitalario
sobre el propio monte de ritos funerarios
En comunión con los más bajos instintos
(que por bajos son, mayormente, interesantes)
abandonar reglamentos limitantes
sumergirse en recovecos tan distintos
donde los códigos se nos hagan imposibles
y los deseos, escondidos, realizables
Si las cuentas del rosario fueran besos
y de tu cuerpo los misterios escondidos
-la saliva, piel, sudores- fueran rezos
yo sería un pagano arrepentido,
con la fe solo puesta en la pasión
postrado eternamente en oración
Por: MARÍA GUADALUPE MUNGUÍA TISCAREÑO
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